En 2018, la planta alemana Siemens Electronics Works Amber (EWA) fue considerada como el gran ejemplo del potencial digital, cuando el 74% de su cadena de valor, manejada independientemente por maquinaria y robots, logró un estándar de calidad de un 99,999%.
Es así como esta fábrica del futuro se volvió un referente en lo que respecta a incorporar tecnología para potenciar la eficiencia y la productividad de una empresa. Un objetivo que, a juicio del Dr. Oswaldo Menéndez, profesor asistente de la Universidad Andrés Bello, hoy es alcanzable considerando la masificación de productos tecnológicos asociados a la Industria 4.0.
Según el estudio “Smart Factory: Nuevas perspectivas para generar valor”, realizado en por Deloitte, un 86% de los fabricantes de ese país cree que la Smart Factory (fábrica Inteligente) será el principal impulsor de la competencia para 2025.
Es bajo estas proyecciones, que las fábricas inteligentes cada día están ganando más relevancia. Pero ¿en qué consiste una Smart Factory? Julio Muñoz, senior manager en la industria de ER&I de Deloitte, explica que este término hace referencia a la aplicación de diversas tecnologías que permitirán que las empresas alcancen “nuevos niveles de eficiencia y productividad de planta”, logrando así mantenerse flexibles y conectar a todos los participantes de los procesos.

Esta conexión sería la característica primordial de las fábricas inteligentes, ya que, como comenta el ejecutivo, funciona como un sistema altamente receptivo y adaptable que permite enlazar el mundo físico y digital de diferentes formas, por ejemplo, “recopilando datos, visualizando y analizando, y complementando la inteligencia humana”.
Es así como este sistema inteligente cumple su objetivo final, el que, según Giorgio Perucca, consultor en Innovación en Industria 4.0 en Kyndryl Chile, recae en “la entrega de información de valor para permitir mejorar las finanzas y operación de una compañía”.
Esto permite “ver un incremento en la productividad, mayor seguridad industrial y reducción de costos operativos”, añade Menéndez.
Un paso para ser líder
“Contemplando los beneficios, el llamado a ser una fábrica inteligente se vuelve tentador, pero no son muchas las empresas que se atreven a dar el siguiente paso, ya que conlleva cambios profundos que se debe considerar y superar, incluyendo la inversión que este proceso requiere”, explica Oswaldo Menéndez.
Para el académico “la integración de cualquier tecnología asociada al concepto de Smart Factory depende también de la seguridad en su conectividad, así como de sistemas que puedan ser interpretados por el personal de operación”, agrega.
En esa misma línea, el informe de Deloitte suma otra condición: el cambio interno de la empresa para la introducción de este sistema dependerá del liderazgo respecto a esta adopción y su patrocinio a nivel ejecutivo. De hecho, para Giorgio Perucca, no basta solo con definir la tecnología a implementar, sino que estas herramientas estén alineadas a la madurez digital de la empresa.
El desafío de las empresas locales
Aunque en la actualidad las tecnologías de la Industria 4.0 ya están transformando las operaciones de fabricación, como es el caso de la planta alemana EWA y otras grandes industrias a nivel mundial, el caso de Chile no estaría muy lejos, pero sí tendría diferentes desafíos.
Muñoz comenta que “la mayoría de las empresas locales se enfrenta a dos puntos de quiebre importantes. Por un lado, el riesgo de llegar tarde a la transformación y perder ventajas competitivas y, por otro, a la oportunidad de aumentar la automatización de sus operaciones”, afirma el ejecutivo de Deloitte.